Fragmento

Luego de los saludos, Solana hizo una breve presentación de cada uno de los poetas, destacando su obra, y acto seguido, ante el asombro de Proverbio, sacó del bolsillo del saco una hoja de papel.

“⎯Queridos poetas ⎯leyó Solana⎯: hoy, cuando iniciamos la ejecución del proyecto De vuelta al Parnaso, que espero se repita año tras año, he querido dejar por escrito estas humildes, pero sinceras palabras. Por mucho tiempo ustedes, cada uno desde su propio estilo e inspiración, han cantado a esta tierra con elegantes endecasílabos, gloriosos alejandrinos, autóctonas décimas, profundos romances, humildes tercetos y cuartetos o, simplemente ⎯en ese instante Solana dirigió su mirada al rostro sublime de Alfonsina Reyes⎯, versos libres como el viento. El país, sin embargo, los ha mantenido en un olvido tan injusto como imperdonable, sin caer en cuenta de que quien olvida a sus poetas olvida también la esencia misma de la patria. Son ustedes la fibra fundamental de nuestra nacionalidad, honrosos responsables de que nuestro país vibre también con los asuntos del espíritu. Cuando se me ofreció el cargo decidí aceptarlo con el único propósito de rescatar los valores que, casi sin darnos cuenta, hemos venido perdiendo. Pero, sobre todo, acepté para hacerles justicia a ustedes, cultores permanentes de nuestras costumbres, de nuestra belleza, de nuestras esperanzas. La celebración del día de la independencia será ocasión propicia para hacer de esos sueños una realidad, razón por la cual he querido reunirlos en un solo haz, en una sola antorcha donde flamee el sentimiento patriótico, único capaz de brindar calor al alma nacional. Recorran ustedes los rincones de esta nación, tan huérfana de palabras, y lleven sus versos a esa juventud que necesita aprender a amar a la patria en los sitios más remotos de este país profundo donde se afinca la raíz de nuestra verdadera identidad. Lancen sus trovas al aire para que el viento de la nueva nación las recoja y deposite en tierra fértil”.

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Al ver la enormidad de la manifestación, los dos policías que custodiaban el edificio habían decidido desaparecer. Tampoco había señales de ninguno de los lugartenientes de Lenín. “Estamos solos”, se dijo Solana mientras se dirigía al improvisado podio.

⎯¡Viva la cultura! ⎯chilló Proverbio en el micrófono.

⎯¡Viva! ⎯coreó la multitud.

⎯¡Viva Solana! ⎯chilló otra vez Proverbio, antes de cederle el micrófono a su jefe.

⎯¡Viva! ⎯vino de vuelta el grito.

⎯Le estaba preparando el camino ⎯se excusó Proverbio⎯. Son todos suyos, señor director. El momento de la verdad ha llegado.

Solana se paró frente al micrófono, observó la expresión esperanzada del mar de gente que se extendía frente a él, respiró profundamente, y comenzó su primer discurso de barricada.

—Amigos de San José, ¡bienvenidos todos a esta lucha por la cultura!

Solana se detuvo, impresionado por la inusitada potencia de su propia voz, y dejó escapar su primer grito de guerra:

—¡Viva la cultura!

—¡Cultura, cultura, cultura! —corearon, enseguida, los manifestantes.

—Sí, conciudadanos, cultura es lo que le hace falta a esta nación. La cultura se ha convertido en la cenicienta del presupuesto nacional y la manifestación de hoy es una muestra de que el pueblo ya no lo tolera más.

 En ese momento, sudorosos, jadeando, con las cámaras al hombro, aparecieron los camarógrafos de televisión, seguidos de algunos reporteros y periodistas que se habían abierto paso a empellones hasta quedar en primera fila.

—Hoy es un día grande para San José y también lo es para nuestro país —animado por la presencia de la televisión, Solana había elevado aún más la voz—. Hoy pondremos la cultura a la vanguardia de las prioridades de la nación; así tiene que ser para que algún día salgamos del subdesarrollo al que nos han condenado los gobiernos que hemos tenido que soportar

—¡Cultura, cultura! —volvió a gritar la multitud.

—¡Viva Solana! ¡Abajo el gobierno! —gritó otro.